Artesanías en la Expomundorural de Los Lagos van al Rescate de La Madera


Sin duda la materia prima que distinguió en la Tercera Versión de principal muestra campesina de Los Lagos fue la nobleza de la madera. Así empresas como Verde Laurel, Tallado Nativo, Artetosco, Lanchas Chilotas y Pufolil dieron categoría, vida y arte a la Expomundorural con muebles, utensilios de cocina y hasta la fineza de una innovadora joyería, dos de ellas ganaron el premio de innovación y del mejor Stad que entrega el público.

A veces dormida, triturada, abandonada o atormentada, redimida de la otrora construcción, otras veces robada del viejo árbol o rescatada de las llamas de un fogón. Generosa es la madera, guarda sus vetas más finas para el que quiera descubrirla, también encanta en su más salvaje estado desde donde puede salir un sorprendente mueble enraizado, hasta un sencillo y cálido utensilio cotidiano.

Los estribos para la cabalgadura son la especialidad de Matías Huenupan, oriundo de San Juan de la Costa, participa del Programa de Desarrollo Local, Prodesal, de INDAP. En la Expomundorural ha atraído las miradas del público por tallar en su mismo stand bandejas y copas a puro cincel. Grandes hojas se convierten en bandejas y fuentes, mientras sigue tallando una nueva pieza, a sus pies los cortes llenan el suelo, como cual otoño boscoso.

Otro rincón de la feria, llama a admirar lo utilitario y práctico, donde cobra vida el raulí. Esta rojiza madera alberga con buen gusto el arte culinario: fuentes, tablas para carnes, ollas, bandejas multipropósitos, hacen que los alimentos se transformen en una fiesta de pureza. Así Fernando Jiménez, artesano de Liquiñe, confiesa que cada pieza es creada a mano. “Trabajo todo el invierno y vendo en verano” dice el ganador del mejor stand de la Expo, otorgado por el público.

El aroma a ciprés de las Guaitecas mezclado en mañío y coronado con las piezas de cerámicas pintadas en el taller de Pufolil en Chonchi, genera expectación por la delicadez y belleza que proporcionan las mujeres de este taller chilote. Quienes recuperan los desechos de madera abandonados de los bosques de la isla y fabrican piezas únicas en muebles y utensilios de cocina.

Navegando en las mismas aguas de Chiloé, desde Quemchi, José Triviño se dedica al campo y a su gran pasión: la creación de barcos en diversas escalas. Con corte preciso cobran forma y estructura las maderas de avellano, canelo y ciruelillo para ser la base de este cuento de capitán, que se inició a los trece años de este agricultor, cuando miraba los grandes botes e iniciaba una travesía por los canales del sur. Así, Triviño erige esqueletos firmes que cobran color y vida en barcos a vela en pequeñas escalas.






Quien no ha soñado con una casa en un árbol y en tener un lindo bar… parece que en el clavo le pegó la empresa Artetosco de Lautaro, donde Luciano Monsalve produce muebles rústicos a pedido, con un árbol bar que ha despertado el interés del público y de empresarios de hoteles, bares y restaurantes.

Pero lo que ha marcado la innovación en esta versión de la Expomundo es el artesano de Frutillar, Marcel Pinilla, quien partió rescatando la madera de los escombros y de las pilas de palos viejos que esperaban para encender algún fogón. Entonces este artesano logra crear con pequeños trozos, una verdadera obra de arte.


Pinilla, ganador del Sello de Excelencia en Artesanía del Ministerio de Cultura el año 2009, reutiliza principalmente el laurel, de donde nace el nombre de su empresa Verde Laurel. En su taller, mezcla las piezas con pino oregón, mañío y alerce, sin dejar de probar nuevas maderas que llegan a sus manos para generar los ensambles en miniatura que combina en piezas únicas e irrepetibles.

“Rescaté una vez una madera brasileña que se llama angeline de una panadería, donde la iban a arrojar en la caldera” cuenta.

Pero este hombre, tal como sus piezas de madera, es un ser reconvertido. Técnico acuícola, vivió largo tiempo en las balsas salmoneras, pero abandonó el mundo del salmón y se reencontró con la madera abandonada en las esquinas de las demoliciones de Valparaíso, tomó unas muestras y con su cuchillo de ex salmonero las pulió y descubrió el color y las vetas del laurel. Entonces todo tuvo sentido para él.

Recordó de la niñez la alegría que le provocaba jugar encaramado a los árboles de su casa quinta y quiso rescatar esos palos triturados por pequeños destellos que hoy se convierten en anillos y aros de una notable calidad. Logró la técnica concentrado en su taller durante dos años, luego de haber tomado un curso del Sence, donde su profesor y maestro Guido Binardello, lo obligaba a pasar horas puliendo la madera.

“Hasta donde lijo yo, le pregunté. El profesor me contestó: eso lo define usted, depende de hasta donde quiere llegar, me dijo. Al principio no me comprendían mis amigos porque decidí salir del mundo del trabajo cotidiano, con salario definido, que me desligaba del tema económico. Pero me convertí en aprendiz de tiempo completo para conocer los secretos de la madera. Ahí escuché lo que me decía mi corazón, tenía claro lo que quería”.

Ayudado por un recolector de escombros de calles, fue recopilando piezas de derrumbes abandonadas de la ciudad las que atesoró y convirtió en precisas piezas, las que durante la Expomundorural despertaron el interés de visitantes y de los mismos expositores, lo que le llevó a ganar el premio a la innovación.

Con la claridad y satisfacción, señala categórico al consultarle por su creativo producto: “Mira yo muestro la madera como en verdad es, ella por si sola habla”.
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