Día del Niño: ¿A que quieres jugar?


Claudia Flores Rivera
Docente de Pedagogía en Educación Diferencial
Universidad San Sebastián Sede De la Patagonia.


En la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, se reconoce el jugar como un derecho ineludible de la infancia.

Increíblemente podemos apreciar cómo, desde los orígenes de la vida, en el periodo intrauterino el bebé en desarrollo juega y se divierte; comienza a establecer pequeños movimientos con sus dedos, tocándoselos y hasta manipulando su cordón umbilical. En este espacio sagrado, el bebé gira, se mueve, juega con sus manos y pies, se sumerge en la esencia más íntima del inicio de ejecuciones placenteras y saludables para la vida prenatal. Meses más tarde, el juego será, por esencia, la posibilidad innata y más natural para que los niños descubran el mundo y las interacciones sociales que surgen gracias a él.

Es una experiencia natural para un niño y una conducta primaria y esencial para el desarrollo de un niño feliz. Sin duda, el juego traspasa el mero sentido de tener o acumular juguetes, ya que es, por esencia, una experiencia social, ofreciendo la opción de disfrutar del placer que genera estar en contacto con personas y, desde ahí, descubrir la grandeza de las relaciones interpersonales, sus normas y reglas sociales.

El juego es una necesidad perentoria en la infancia, ya que una infancia sin juego, es robarle la posibilidad a los niños de descubrir, de una manera espontánea, todo lo que está a su alrededor, ya que potencia la capacidad exploratoria, fomenta la imaginación, mejora las habilidades sociales, favorece la empatía y, por sobre todo, posibilita experiencias de aprendizaje a partir de la interacción sana que otorga el juego libre.

En este mismo sentido, las Bases Curriculares de Educación Parvularia de nuestro país, asumen el juego como uno de los principios fundamentales, expresando que: “cumple un rol impulsor del desarrollo de las funciones cognitivas superiores, de la afectividad, de la socialización, de la adaptación creativa a la realidad. El juego es, a la vez, expresión de desarrollo y aprendizaje y condición para ello”

A través del juego, se desarrollan aprendizajes vitales para la vida adulta, se potencian las habilidades intelectuales y el desarrollo integral en la infancia. Al jugar, niños y niñas se exponen a participar de actividades en donde se les invita a compartir, tranzar, respetar turnos, empatizar, ponerse en el lugar del otro, comprender tiempos y reglas y, por supuesto, desarrollar habilidades comunicativas y lingüísticas cada vez mas sofisticadas.

La era digital, el inadecuado uso de la tecnología, los juegos por celular, y tantos otros que podemos adquirir fácilmente desde internet, nos están haciendo olvidar la importancia de compartir, desde muy pequeños, momentos de entretención en compañía de los amigos del barrio o de los compañeros de colegio, en torno a una simple pelota, un lápiz y un papel, un volantín o cualquier otro objeto que sirva para correr tras de él y reírse juntos.

Esperemos que en unos años más, palabras como: “la chola”, “la escondida”, “el tombo”, “el pillarse”, “las bochas”, “el luche”, “el elástico” y tantos otros, no sean solo recuerdos de una generación olvidada, sino que sigan siendo juegos simples, gratuitos y entretenidos para las generaciones futuras.

Tal vez, en estos días de tanta influencia publicitaria y comercial por festejar el “día del niño” no busquemos un regalo para entregarles a nuestros hijos, sino más bien preguntémosles: ¿a qué quieres jugar?...
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