Decisiones oportunas: La papa


Eduardo Schwerter Añazco
Presidente Agrollanquihue A.G

Hablar de papa en Chile es hablar de identidad, tradición agrícola y de miles de familias que dependen de este cultivo. Sin embargo, la realidad que enfrentan hoy los productores dista mucho de poder sostenerse en el tiempo.

En la temporada que recién termina (2024-2025), producir un kilo de papa costó entre 200 y 250 pesos, pero los agricultores sólo recibieron 100 pesos por kilo, bastante menos que los 500 pesos que pagó el consumidor en ferias libres o los 1.700 pesos que llegó a pagar en supermercados.

En un mercado sano, la lógica indicaría que los costos y ganancias se distribuyen de manera equilibrada, pero hoy, esa ecuación está rota. El productor es un tomador de precios, con baja capacidad de negociación, atrapado entre los costos crecientes de producción y de quienes intermedian y comercializan. La situación se vuelve aún más compleja cuando sumamos otros factores como riesgos climáticos y fitosanitarios.

¿Qué pasó? En la práctica el aumento de la superficie plantada y rendimientos cada vez mayores, generaron una producción total nacional significativamente mayor. Dado que la papa es un producto muy elástico desde el punto de vista de la oferta, rápidamente se resiente el precio cuando aumenta la producción. Ahora, ¿justifica esto la gran diferencia entre el precio a productor y el consumidor? ¿alguien en la cadena se quedó con márgenes excesivos?

En un estudio reciente, la Fiscalía Nacional Económica (FNE), identificó brechas importantes en la disponibilidad de información de precios y los actores de la cadena de la comercialización de papa. En este sentido, se requiere conocer oportunamente la intención de siembra, digamos, en el mes de julio, para que los productores puedan tomar mejores decisiones. Esto es especialmente importante para aquellos productores esporádicos, es decir los que entran y salen del negocio en distintas temporadas, con grandes expectativas comerciales, pero que pueden provocar una saturación del mercado, que termina perjudicándolos a ellos mismos. No se trata de mayores regulaciones, se trata de construir un mercado competitivo y sano y la información adecuada y oportuna tiene que ver con eso.

Las cifras de producción de los últimos años, nos muestran el potencial del cultivo en Chile. En las temporadas 2022/23 y 2024/25, pasamos de 850.000 a 1.600.000 toneladas producidas. Estos cambios, tan abruptos, en un mercado local reducido, claramente generan inestabilidad, afectando severamente la rentabilidad del rubro, desincentivando a los productores, poniendo en riesgo el abastecimiento y la seguridad alimentaria, lo que finalmente alcanza al consumidor.

Para potenciar y no frenar el desarrollo del rubro, nos parece que se debe insistir y trabajar con mayor fuerza en nuevos mercados, con mayor valor agregado, que “tiren” y le den estabilidad al negocio de la papa. Las exportaciones en 2024 sólo alcanzaron a 3.300 toneladas, en cambio las importaciones fueron 140.000 toneladas, lo que indica que hay espacio para nuevos y mejores negocios.
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