Yo estoy de acuerdo con el Presidente Piñera


por Juan Galleguillos Herrera
ex Gobernador de la Provincia de Chiloé
http://juangalleguillos.wordpress.com/



El presidente ha dicho que la educación es la madre de todas las batallas, y estoy de acuerdo. Si queremos ser un país desarrollado que de igualdad de oportunidades a sus hijos e hijas la única manera de lograrlo es teniendo una educación de calidad y es, en este punto, donde surgen las diferencias de opinión, porque todos queremos una educación de calidad, pero discrepamos en cuanto a qué entendemos por calidad. En Ancud se están cerrando escuelas rurales que, a lo mejor desde el punto de vista de la eficiencia, resultan poco rentables: invertir recursos sin tener pérdidas puede ser una buena medida en términos económicos, sin embargo, esa es una mirada restrictiva y alejada de los objetivos finales de la educación. Calidad educacional no se trata de “ganar” o “no perder plata”; disminuir las horas de Historia y Ciencias Sociales, para aumentar en lenguaje y matemáticas, como se ha dicho es “desvestir un santo para vestir a otro”.

En Chiloé no queremos perder nuestra identidad y es por ello que desde el Ministerio de Educación impulsé un programa de mejoramiento de la educación con una fuerte identidad cultural teniendo como eje la asignatura de Historia y ciencias Sociales, los diversos agentes culturales han demandado la creación de una asignatura de patrimonio e historia de Chiloé pero con las medidas tan ampliamente anunciadas, se aleja cada vez más esta posibilidad. Me he opuesto al cierre de las escuelas rurales, alguien ha dicho porque trae beneficios electorales: una mirada mezquina; me opongo porque las escuelas tienen una fuerte ligazón con las comunidades y con su identidad y su destino. Las escuelas fueron construidas en minga por los vecinos, en terrenos donados por sus habitantes y que transmiten un arraigo con su tierra que ha permitido ser a Chiloé lo que somos. Cuando se cierra una escuela, se cierra la oportunidad a sus habitantes de reunirse en torno a posibilidades educativas, se cierra la posibilidad de organizarse en torno a las demandas de progreso de sus comunidades, se cierra la oportunidad de encontrarse con autoridades, programas de desarrollo, actividades comunitarias, etc.

Si queremos verdaderamente ganarle la batalla a la pobreza tenemos que “dotar” a nuestros niños, niñas y jóvenes con armas poderosas que signifiquen un sentido de pertenencia y autoestima fuerte, con capacidad de análisis y discernimiento para entender este mundo del siglo XXI que pone el énfasis en el parecer más que en el ser. Queremos que no se pierdan los principios de la reforma educacional de Equidad, Calidad y Participación.

Los cambios en educación son de largo aliento y, por lo tanto, trascienden la administración municipal y a los gobiernos, por ello si queremos ganar batallas debemos estar unidos en torno a las reformas que, como país, debemos impulsar. Suficiente ya hemos perdido de humanidades en los programas educacionales con los efectos visibles de la falta de recursos que tienen nuestros jóvenes a la hora de medir su capacidad de comprender el mundo en que viven y de participar responsablemente en él.
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