Denuncian grave amenaza contra apicultores locales


Productores externos ingresan a la zona cada verano, abejas genéticamente modificadas

“Pese a la permanente preocupación de la Municipalidad de Puerto
Varas y del SAG, por el desarrollo de una actividad apícola sustentable en nuestra comuna, continúan los trashumantes invadiéndonos con miles de cajones de abejas y llevando a la ruina a muchos productores locales de miel”, así lo denunció Ricardo Gómez, Presidente de la Agrupación Apícola Ralún-Cayetúe.

El dirigente que representa a 60 familias residentes, expresó además el sentir de la Agrupación de Canutillar y Ensenada, subrayando la gravedad de la situación, dado que en este período comienza el ingreso a la comuna, de cajones de abejas traídas desde la zona norte, por los llamados trashumantes. “Ellos son grandes empresarios dedicados a la exportación que arriendan sitios para su actividad -agregó- y el año pasado trajeron 8000 cajones, con abejas modificadas genéticamente que atacan a nuestras productoras y les roban la miel destruyendo los apiarios”.
Conciente de la delicada situación, Javier Retamal, encargado de Medio Ambiente del municipio, se reunió el viernes en terreno con el dirigente, informándole que había reiterado el envío a Carabineros de la Ordenanza Muncipal destinada a regular la actividad de los trashumantes, protegiendo a los productores locales.

La disposición cuyo cumplimiento debe ser fiscalizado por la policía uniformada, fue dictada el año 2006 ante la desaparición del 90 % de los colmenares antiguos. Se trataba de familias de abejas genéticamente adaptadas a la zona desde hace 100 años, y cuya miel era transportada a Puerto Varas y el resto del país navegando el Lago Llanquihue. Desde ese entonces se había establecido el prestigio de la llamada “miel de ulmo”.

Según explicó Gómez “de acuerdo a esa disposición, los productores que trasladan panales desde el norte a nuestra zona en primavera, para retirarlos nuevamente en otoño, deben cumplir una serie de trámites en cada traslado. El primero es presentarse con anticipación a la Oficina Municipal del Medio Ambiente con una serie de documentos, entre ellos
el contrato de arriendo del terreno donde instalarán los cajones. Este no debe tener apicultores residentes, en un radio de 6 kilómetros que es el que recorren las abejas en busca de su alimento. También una certificación de origen de sus colmenares, comprobándose por el SAG que no son trasmisores de enfermedades. Sin embargo esto no se respeta”.

Al respecto explicó que “pese a la ordenanza municipal y la fiscalización, hay productores locales muy conocidos, como Pascual Uribe, Egon Schmolz y José Oyarzo de Cayetué que se había logrado recuperar después 2006, pero el año pasado lo perdieron prácticamente todo y hoy nuevamente están tratando de reiniciar su actividad, lo que resulta dramático. Esto porque las abejas genéticamente modificadas de los trashumantes, aparte de ser más agresivas matando a las antiguas y en muchos casos al no ser fiscalizadas, traen enfermedades como barroa o loque americana, un bacilo que afecta a las larvas”.

Finalmente el dirigente de los apicultores de las zonas cordilleranas y
Valle interiores, hizo un llamado a Carabineros para que refuerce la fiscalización.
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