La provincia de Llanquihue y el inicio de la Primera Guerra Mundial


Por Carlos Eduardo Ibarra Rebolledo
Docente Pedagogía en Historia y Geografía
Universidad San Sebastián – Puerto Montt.


A fines de junio de 1914, las preocupaciones de la prensa puertomonttina estaban centradas en dar cuenta del ambiente electoral en la provincia de Llanquihue y en los efectos de la mortal epidemia de viruela en las zonas de Curicó, Lautaro y Temuco. En el ámbito internacional, la prensa escrita informaba de la lucha entre Estados Unidos y las tropas de Pancho Villa. Pero hubo otra noticia que comenzó a acaparar la atención, sobre todo por las consecuencias que ello podría provocar. Ese hecho fue el asesinato en Sarajevo (Bosnia) del archiduque Francisco Fernando de Austria – Hungría junto a su esposa (que estaba embarazada) a manos del serbio Gavrilo Prinzip el 28 de junio de 1914. Ello desencadenó cuatro semanas de permanente tensión diplomática y donde la salida bélica no estaba fuera de las posibilidades que se barajaban en las altas esferas de la política europea. Pero ello no vino sino a evidenciarse en términos prácticos desde el 28 de julio de 1914 cuando el Imperio Austrohúngaro le declaró la guerra a Serbia (aliada del Imperio Ruso), considerándola culpable de la muerte del heredero al trono. Desde entonces la madeja de alianzas se comenzó a desenredar: al 1 de agosto el Imperio Ruso le declaró la guerra a Alemania (aliado de los austrohúngaros); el 3 de agosto el Imperio Alemán le declaró la guerra a Francia (aliada de Rusia). Finalmente el 4 de agosto las tropas germanas entraban a Bélgica por Lieja siguiendo los planteamientos del Plan Schlieffen. La guerra ya estaba en curso.

Este ambiente bélico – en tanto noticia – no fue lejano a nuestra zona. Los diarios de Puerto Montt tales como La Alianza Liberal, El Pueblo Obrero, El Correo del Sur y El Llanquihue, informaban de todos los pormenores del conflicto. De la consulta del último de ellos, se sabe que existía en varios puntos del país (Santiago, Valparaíso, Quilpué, Villa Alemana y Peñablanca) una agitación en favor de uno u otro bando, “(…) habiendo ya muchas personas preparadas para partir, en el caso probable de una declaración de guerra – se leía el 2 de agosto – declaración que ya parece imposible evitar y que acaso sea necesaria en algunos de los países implicados para evitar así futuras dificultades de orden interno”.

En ese contexto cabe destacar que Puerto Montt no fue la excepción en ese entramado de intereses. Como es natural pensarlo, nuestra ciudad se vio envuelta en simpatías por el Imperio Alemán más que por cualquier otro participante en la conflagración, dado que un número no menor de familias de la zona eran descendientes de alemanes, fuese ello en primera, segunda o tercera generación. Esta circunstancia impulsó al Vicecónsul germano en Puerto Montt (Carl Wittwer) a publicar el siguiente aviso: “Deutsche. Mobilmachung amtlich beckannt gegeben. Zurueckstellungen werden dadurch ungletig. Wehrflchtige muessen zurueckkhren sobald wie Reise moeglich. Nae heres in diesem Vizekonsulat. Der verweser des Kaiserlichen vicekonsulats. In vertretung. C[arl] Wittwer”. El telegráfico escrito, en prusiano, traducido decía: “[Ciudadano] Alemán. La movilización ha sido dada oficialmente. [Las] retracciones serán inválidas. [Los] reclutas deben volver lo antes posible de sus viajes. Para más detalle dirigirse a este consulado. En representación del viceconsulado imperial. C. Wittwer”*. La publicación, que permaneció vigente por diez días, no era más que un llamamiento a que los jóvenes se reclutasen en el Viceconsulado local para acudir a la guerra europea. Pero no fue la única señal de adhesión a la causa germana: pocos días después, el 14 de agosto, se publicó en el mismo diario bajo la firma de “G”, el siguiente inserto: “(…) Chile no puede olvidar que en las horas difíciles de la liquidación de la Guerra del Pacífico contó con la ayuda de Alemania (…). Chile no puede olvidar que dos provincias suyas han sido colonizadas por hijos de Alemania con un éxito no igualado en ninguna otra región del territorio. No puede olvidar que oficiales alemanes realizaron la grande y difícil obra de la modernización de su ejército, y que maestros alemanes implantaron en su instrucción los nuevos rumbos pedagógicos. Finalmente, no puede olvidar Chile que el capital y el esfuerzo alemanes están incorporados en sus fuentes de producción y en su desarrollo industrial”. La reflexión sólo hacía hincapié en la deuda de gratitud que debía tener nuestro país para con Alemania en esas difíciles horas del inicio de la conflagración en el Viejo Continente.

¿Cuántos de los germanos de Puerto Montt habrán acudido al llamado del vicecónsul? ¿Cuántos de ellos habrán muerto o sobrevivido a las cruentas batallas desarrolladas en suelo europeo? De seguro más de alguno viajó a pelear por ‘su patria’, pero también en nuestro territorio se cooperó con los países involucrados. Eso es indesmentible. Así, se sabe que en Chile – y en el caso particular del sur – existió desde carga de combustible, estadía de oficiales y soldados, intercambio de informaciones, labores de espionaje en suelo americano, etc., todo ello tanto en bien de Alemania como de Gran Bretaña, principalmente. En el caso de la zona del Llanquihue, la cooperación quedó plasmada – por lo datos con que se cuenta – particularmente en dos momentos importantes (lo que no obvia otras colaboraciones): el primero fue dado por la ayuda prestada a los marinos del derrotado y casi hundido crucero “Dresden” (el mismo que se batió victoriosamente contra los ingleses en la Batalla de Coronel el 1 de noviembre de 1914) en su paso por las cercanías de Puerto Montt después de la Batalla de las islas Malvinas (8 de diciembre de 1914), ya que para entonces era ferozmente perseguido por los británicos. Los germano – descendientes de la provincia de Llanquihue les ayudaron a ocultarse (y abastecerse) entre islas y canales, incluyendo su estadía en el famoso fiordo Quintipeu; el segundo momento se dio tras el hundimiento del “Dresden” en la bahía de Cumberland, isla Robinson Crusoe (14 de marzo de 1915) y el consecuente apresamiento de sus marinos que quedaron en la zona de Concepción, desde donde maquinaron un plan en 1916 para volver a pelear a Alemania junto a sus compañeros del vapor “Göttingen” y del velero “Herzogin Cecilie”. En total 28 marinos alemanes lograron retornar a su país a bordo de la barca “Tinto” (de propiedad Carlos Oelckers) gracias a la valiosa ayuda de los germano – descendientes puertomontinos y calbucanos en diciembre de 1916.

De este modo, podemos considerar que si bien en términos oficiales Chile había declarado su neutralidad en el conflicto, ello evidentemente no fue respetado por aquellos que, fuese por simpatía, nostalgia o amor a su patria ayudaron a sus connacionales, fuesen ellos germanos, franceses o británicos. En el caso de la provincia de Llanquihue esto nos permiten concluir que al final el llamado de Carl Wittwer a los “jungen deutschen” (jóvenes alemanes) sí tuvo eco entre las familias de sangre germana en las tierras de Melipulli, lo cual volvió a repetirse cuando bajo otras circunstancias y con consecuencias mucho más catastróficas que las dejadas por la Primera Guerra Mundial, involucraron a Alemania en una nueva conflagración mundial. Por último, cabe recordar que la Guerra Europea de 1914 – 1918 terminó con la vida de más de 50 millones de personas entre civiles y militares, cifra sólo superada por la Segunda Guerra Mundial.
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