Por: Carmen Birke
Psicóloga Universidad San Sebastián
Las personas exitosas requieren del desarrollo de competencias no solo intelectuales, sino también de la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos, y de la habilidad para manejarlos. La inteligencia emocional adquiere relevancia ante el aumento de problemática infantil y adolescente, como problemas de ansiedad, depresión, trastornos alimenticios, agresividad o aislamiento, que son algunos de los indicadores de una falencia en el ámbito formativo de la sociedad actual.
Existen algunas estrategias para desarrollar la inteligencia emocional en los niños, como el dar nombre a los sentimientos, lo que ayuda a reconocerlos cuando los sienten y a sobrellevarlos mejor. Así mismo, el relacionar gestos con sentimientos, les permite aprender a identificar emociones en otros, lo que conduce hacia la empatía.
Una vez que reconocen sus emociones, es importante guiarlos hacia una adecuada expresión de ellas, siendo modelos empáticos para los hijos, lo que significa mostrar interés en el otro y ponerse en su lugar.
Por último, enséñeles con el ejemplo, que es la mejor manera para que sus hijos entiendan cómo expresar adecuadamente las emociones, sin causar daño. Si ha pasado un mal día en la oficina, váyase de paseo en lugar de gritar y desquitarse con los demás.
