por Nicole Chaigneau V.
Carrera de Psicología
Universidad San Sebastián
El duelo es una reacción adaptativa frente a la vivencia de una pérdida. La forma en que cada persona enfrenta un duelo es muy singular, aún cuando tienden a producirse patrones emocionales comunes, como la rabia, el desconsuelo, la tristeza y el deseo de que esta situación no haya ocurrido jamás. La intensidad del duelo frente a la pérdida de un ser querido, va a depender del grado de significación o de cercanía que se tenía con la persona que se va; de las condiciones en las que ocurre y de las propias características de quien lo sufre.
El duelo es un proceso y por lo tanto, requiere de un tiempo y un espacio en el cual se pueda ir elaborando la ausencia del ser querido, hasta llegar a la aceptación de esta situación dolorosa. Por cierto, el mayor logro que se puede obtener al respecto, es la posibilidad de integrar al ser perdido en uno mismo, reconstruyendo el valor de la propia vida, teniendo la serenidad y seguridad de que ésta puede continuar adelante.
La elaboración se favorece con al menos dos aspectos esenciales: la posibilidad de movilizar las emociones (hablar de lo ocurrido, de los temores, fantasías, expectativas, etc.) y el sentirse acompañado, acogido y contenido durante este proceso.