Sala Mexicana de la Casa del Arte Diego Rivera
Tras una breve exhibición en una galería de Santiago donde la muestra fue censurada y retirada de la sala donde se exponía, la colección “Yo nunca quise ser un abominable hombre blanco” -basada en el desnudo masculino- suma gran número de visitas en sus primeros días de exposición al público de Puerto Montt en la Sala Mexicana de la Casa del Arte Diego Rivera.
Gracias al apoyo de la Corporación Cultural, la muestra colectiva que integra 25 fotografías y también pinturas en pequeño y gran formato, en una muestra que invita a ser un juego lúdico entre los artistas y el público.
Los primeros días de exhibición el público asistente ha superado las 500 personas, atraídas por el proceso de significados que genera la observación de un aparente suceso de fragilidad humana que se trastoca en un paulatino paisaje sombrío al reconocerse la naturaleza del Hombre.
EL EJERCICIO DE LA VERDAD
“Yo nunca quise ser un abominable hombre blanco” es al mismo tiempo una búsqueda y un destino. Tal vez la única fórmula para enfrentar la expresión más cercana y pura a la verdad que es la desnudez del cuerpo humano.
Esta muestra de 25 obras aborda la búsqueda la identidad de los pueblos originarios, la reflexión acerca de qué somos y qué significamos, al asumir parte de la responsabilidad en las matanzas, saqueos y destrucción que dejó el hombre blanco, como raza, en culturas y naciones, debido a que portamos una porción de su carga genética.
La performance del desnudo del artista Matías Acuña sirve para construir imágenes, ideas, conceptos y opiniones. Es lo que buscan generar ambos artistas al exponer a la audiencia estímulos visuales que necesariamente crearán opiniones disímiles que recogidas en conjunto crean un diálogo enriquecedor.
Lo anterior da pie a que se abra el pensamiento, especialmente ante el desnudo, recorriendo la crítica, el mito y llegando tal vez a la comedia, en un juego lúdico de crecimiento de expositores y público.
DUALIDAD
Scheihing y Acuña dirigen al observador por el tránsito del cuerpo en estado natural, lo que supone belleza, pureza y virtud. Pero este viaje también es un recorrido por la propia esencia, una realidad que no sólo ofrece lo tangible y cercano, sino que poco a poco va promoviendo la inquietud de verse reflejado en quien no ve, no escucha, miente o mata.
¿Se puede ser y al mismo tiempo no ser? La dualidad es sino de cada hombre y mujer y la cualidad de víctima y victimario se dejan ver en la colección de fotos y pinturas. Una dualidad que pone de manifiesto la vieja concepción de Platón en su Teoría de las Ideas que señala la unión entre el alma inmortal y el cuerpo corruptible.
La desnudez -búsqueda de la verdad- necesariamente colisiona con la razón del Hombre, algo que se relata de manera magistral en la obra de Mika Waltari, “Sinuhé, el Egipcio”: “la verdad es un juguete peligroso en las manos del Hombre y es más afilada que el cuerno de un buey, por eso no sabe qué hacer con ella”.
La muestra, sencilla en apariencia, desemboca en un serio cuestionamiento de lo que somos, de lo que significamos y del valor de esa razón que nos define y nos impulsa. Una exposición que en cada ocasión que se observa refleja un paisaje paulatinamente más sombrío de nuestra naturaleza.