Por: Cecilia Fernández N.
Subdirectora de Comunicaciones
Universidad San Sebastián
Las redes sociales se han incorporado en casi todos los ámbitos del quehacer: en el trabajo, estudio y entretenimiento. Se ha ganado un lugar privilegiado, especialmente en los jóvenes de nuestro país. Pero nos hemos hecho la pregunta: ¿Si está bien usado?, ¿Hay un buen uso del lenguaje?, ¿Existe una buena comunicación y comportamiento durante las interacciones del ciberespacio?
Cuando los jóvenes hablan con insultos y malas palabras a través de internet, ¿qué rol cumplimos los adultos formadores? Acaso debemos impedir el libre acceso a las redes sociales, debemos restringir el uso de internet o definitivamente vigilar permanentemente lo que se escribe o se recibe?
ConScore, empresa dedicada a la medición del mundo digital, publicó en su memora Digital Latinoamericana 2010 que el 62% de los usuarios de internet en Latinoamerica son de edad de 15 a 35 años, siendo los usuarios de 15 a 24 años los más intensos; es decir gran cantidad de jóvenes.
Las redes sociales nos permiten interactuar con muchas personas o diversos grupos a la vez, aunque no las conozcamos, lo que también podemos hacer en nuestra vida diaria. Pero hay algo en este diálogo del ciberespacio que deja, en algunas interacciones, la cordialidad y el buen uso del lenguaje postergado, remplazándolas por palabras agresivas y un dejo de libertad para decir lo que sea sin importar a quien se hiere en el camino.
El plan para manejar esta deformación de la “buena” comunicación no es restringir, eliminar o bloquear el acceso a internet. Todo lo contrario, debemos buscar corregir esto, pero de fondo. No atacando el medio sino más bien la conducta del su autor; más aún cuando se espera que el crecimiento de uso de esta herramienta en América Latina, continúe debido a la penetración de banda ancha residencial.
Quien insulte a través de las redes sociales lo más probable es que lo haga también en su vida diaria; es por eso no tiene sentido culpar a la herramienta, que en este caso es internet, pudiendo ser el teléfono, una carta u otro medio. Lo que debemos corregir es la conducta humana, no porque el acceso a las redes sociales nos entrega rapidez -y la mayor parte de las veces anonimato- debemos descuidar instruir a los jóvenes en el buen trato y respetar siempre la dignidad humana.
El secreto está en la educación, fomentar el respeto por el otro y no abusar de la ausencia física, ya que aunque no veamos a la persona esta merece la dignidad del trato. Respetar las normas de conductas del ciberespacio es parte de la regla fundamental de un usuario de la red para permitir el desarrollo tecnológico de una sociedad sana y sin violencia.