La ciudadanía tiene pocas oportunidades para formarse e informarse en temas de salud. Se da cuando consulta a un profesional, escucha comentarios de familiares y amigos, o conoce a través de un medio de comunicación sobre avances tecnológicos, un nuevo remedio, o un nuevo tipo de cirugía.
La avidez por conocer sobre estos temas es enorme y comprensible. Así, los noticiarios y periódicos dedican importantes espacios para temas de salud; lo que implica una responsabilidad muy seria. Muchas veces la información entregada resulta útil y beneficiosa; pero ocasionalmente, pueden darse esperanzas infundadas, hacer aparecer como síntomas de enfermedad dolencias irrelevantes, inducir a la automedicación, o lisa y llanamente, desarrollarse un marketing impropio. No se puede pedir a los medios de comunicación una rigurosidad propia de la información estrictamente científica; pero, ¿cuán distante es lo que se vierte en medios públicos comparado con la evidencia que originó la noticia?
El listado de riesgos de mala información puede resumirse en: Uno, dar consejos a partir de datos que no los sostienen. Dos, establecer equivocadamente una relación causa – efecto solo porque existe una asociación. Tres, extrapolar a humanos resultados experimentales observados en animales.
Recientes estudios que comparan los resultados científicos con lo entregado por los medios señalan que estos riesgos son muy frecuentes. El establecimiento de causalidad, por ejemplo, amplifica en 20 veces lo reportado por los científicos. Recordemos el fraude de la relación de vacunas con autismo, o recomendaciones de no consumir agua cuando se ha demostrado que no contienen sustancias tóxicas, el llamado constante a consumir sin base determinadas vitaminas cuando incluso el abuso puede ser riesgoso, o la exageración de las propiedades medicinales de la marihuana en un país con uno de los consumos más altos de América.
Los medios de comunicación tienen un rol insustituible a la hora de empoderar a pacientes en el manejo de la prevención de enfermedades o en su tratamiento. Hacen de verdadero puente entre la ciencia y la comunidad. Sin embargo, se debe privilegiar la prudencia a través de una revisión editorial cuidadosa e informada. En nuestro país hay destacados periodistas que han tomado el camino de ser expertos en áreas de salud. A veces pareciera que no se les ha dado el lugar y la influencia que merecen y la ciudadanía requiere.
Jaime Mañalich M.
Director
IPSUSS