¿Saben ser felices los chilenos?


Reflexiones en tiempos de navidad


Nicole Chaigneau Vásquez
Psicóloga Universidad San Sebastián
Sede Puerto Montt



Chile tendría una prevalencia elevada de trastornos psiquiátricos a nivel latinoamericano. Las estadísticas nacionales en esta área muestran que 36% de la población ha presentado un trastorno de salud mental en su vida (Vicente, 2001).

La presencia de alteraciones en la salud mental puede constituir un referente significativo del nivel de satisfacción con el que los chilenos enfrentan su vida. En este caso, con presencia de altos índices de patología ansiosa y depresiva, lo que expresaría una falta de orientación respecto a los senderos conducentes hacia un mayor nivel de bienestar.

Distintos estudios muestran que la felicidad está relacionada con aspectos distintos a la posibilidad de acceder a un mayor consumo, siendo sus principales oponentes: el individualismo o la falta de integración. La felicidad estaría relacionada con la definición de un proyecto de vida que trascienda el bienestar personal y que produzca satisfacción a otros; se expresaría en una actitud abierta, receptiva y amorosa hacia los demás, integrando el pensamiento positivo y el humor en cada experiencia; y en donde se pueda mantener una ritmicidad acorde a los ciclos de la naturaleza y a nuestro sentido familiar, social o gregario. La felicidad no es estable en el tiempo, aunque se podría aspirar al logro de un sentido más permanente e intenso de bienestar.

Sobre estos niveles de satisfacción cada persona tiene una responsabilidad personal, más allá de los aportes o interferencias de “otros”. Cada uno debiera ser activo en esta búsqueda, saber con claridad quién se es y hacia dónde se dirige. No basta con esperar soluciones mágicas, hay que colaborar para que éstas se presenten en el camino. Tampoco sirven las comparaciones, en la medida que muestran sólo una parte limitada del camino que cada uno ha debido trazar. Siempre hay dificultades y carencias, se marca la diferencia en la forma en que se enfrentan. De alguna manera lo que se va encontrando en el camino refiere justamente a aquellas tareas pendientes o que requieren de un nivel mayor de aprendizaje. Y siempre se termina confirmando que la actitud inicial con la cual se transita el camino, va a decir mucho de sus resultados finales; a las personas más optimistas les va mejor, son más saludables y están más dispuestos a aprender de sus propios errores. En este tiempo de reflexión es momento de preguntar y responderse: ¿qué hago o dejo de hacer, que me impide lograr un mayor equilibrio y bienestar, en este preciso momento?
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