El Estadio Chinquihue: una Fabulosa Contradicción


por Drago Vodanovic Undurraga
Director de Arquitectura
Universidad San Sebastián
Puerto Montt, Chile.


Los estadios de fútbol y, en general los inmuebles para la realización de deportes y eventos masivos, son de los tipos de edificios que normalmente para su correcto funcionamiento requieren ser altamente introvertidos, incluso herméticos.

Esta condición genera muchas veces un gran problema y desafío para sus arquitectos, dado que la ciudad requiere que sus edificaciones dialoguen hacia afuera, incluso muchas veces que se vuelquen hacia las calles y espacios públicos para así cobijar amable y adecuadamente las diferentes actividades y sensibilidades de sus habitantes.

El estadio Chinquihue es sin duda un caso particular. Por su condición de estadio este edificio es de los pocos en el sur de Chile que tendría “permiso” para ser introvertido, para mirarse a sí mismo y ser esquivo con su entorno. Sin embargo, el estadio reconoce su contexto a plenitud. Se apoya en la pendiente de la geografía para generar sus gradas y además se “abre” frontalmente hacia el sur para mirar la isla y el canal de Tenglo, reconociendo así estos únicos parajes naturales y también haciendo un guiño a su propia historia como espacio para el deporte.

Algunas personas me han comentado que les llama la atención la piel del estadio, realizada con una suerte de tejido de láminas metálicas. Para algunos sugiere imágenes asociadas a la cultura de los tejidos en lana sureños; para otros se parece a las escamas de los peces y salmones tan propios de nuestra zona. Lo más interesante es que el edificio no realiza alegorías ni metáforas forzadas, sino que con recursos estrictamente arquitectónicos propios de un estadio permite a la gente apropiarse de él como parte del imaginario regional.

Hoy, el estadio Chinquihue ha sido listado dentro de los 10 mejores estadios del mundo según la especializada StadiumDB.com. Es muy probable que lo estilizado y elegante de su piel haya llamado la atención. Sin dudas el entorno del estadio es un acierto en cuanto a planificación y hoy permite que desde el mundo nos miren con admiración. No obstante, es claro que lo adecuado del diálogo del estadio con su contexto es lo que lo hace único, es lo que lo encumbra hoy como una pieza arquitectónica de nivel mundial.

Y es que el estadio logra la convivencia de su lógica introvertida con un reconocimiento explícito de su exterior, logrando ser un edificio amable tanto desde lejos como para los que pasean cerca de él. Esta fabulosa contradicción es la que nos posiciona hoy a nivel mundial, y es la cualidad que hubiésemos esperado tuvieran otros grandes edificios de nuestra ciudad.

Ojalá que nuestras autoridades y la comunidad toda aprendamos de este ejemplo, y no cometamos los “horrores” que ya tantos centros comerciales, infraestructuras de transporte y edificios de múltiples índoles han cometido con nuestra ciudad al plantearse sólo introvertidos -cuales divas- dejando de lado las veredas, calles y espacios públicos que los sustentan.
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