En las redes sociales las voces claman «Y esa pobre niña que no tiene ni derecho al aborto... ¡Viva Chile mierda!»

Belén, la niña-madre


por Bernarda Gallardo Olivieri, Socióloga


Puerto Montt, 10 de julio de 2013

Yo contradigo “Y esa pobre niña que fue abusada años por el macho violador y con la ayuda de la madre preservadora de la cultura y prácticas machistas... ¡Pena de muerte para el violador y cadena perpetua para la madre!”

A la niña hay que sacarla de su familia de origen (rompiendo la tradición romana del derecho de sangre, profundamente machista), integrarla a programas de reparación de niñas violentadas sexualmente y prepararla para que pueda dar al bebé en adopción, si no se crean las condiciones de integrarla a una familia que los quiera y los proteja a los dos; a Belén y a su guagua.

Salvo que se quiera transformar el derecho de las mujeres a abortar –en forma libre, informada y habiendo otras alternativas vigentes– en derecho del Estado a imponer el aborto según criterios de Estado que han provocado el genocidio selectivo de mujeres, en China e India y también en países de la ex URSS, Afganistán y otros aún menos mencionados en la prensa actual. En fin, en China por cada 1.000 hombres hay 750 mujeres y el secuestro y esclavitud sexual de mujeres es la nueva realidad de la que poco se habla. ¿Será que para la voz de las redes virtuales enfrentarse al capitalismo de estado de China es un poco más complejo, porque es el principal financista de USA y otros países del primer mundo?

Cuando digo que deben haber alternativas al aborto para que éste sea una opción y no una imposición del Estado –ni de las mujeres adultas de la tribu– estoy reclamando por la ausencia de políticas públicas en Chile de parto anónimo, cuneras de vida, programas de prevención del embarazo adolescente, programas de protección para niñas, adolescentes y mujeres en conflicto con su embarazo y programas de adopción que garanticen la privacidad de las mujeres y el interés superior del niño por sobre resabios patriarcales de la sociedad y por sobre las trabas burocráticas del Estado.

Belén quiere querer y cuidar a su guagua como su madre no fue capaz de quererla y cuidarla a ella. Nuestra obligación como mujeres es hacernos cargo de esas palabras de Belén, porque nos muestran que las mujeres le fallamos al no ser capaces de prevenir la violencia sexual contra niños y niñas del país, y nos muestran que lo que ella pide es romper la cadena de violencia, que nunca debió vivir. Quiere dejar de ser víctima y transformarse en protectora de la nueva vida y al hacerlo se vuelve protectora de su guagua y de ella misma. Pero es mucho más fácil exigir “aborto ahora”, es como botar la basura al contenedor o tirar la cadena del excusado. No es esa la opción de Belén (ni la mía)

Genial; el padrastro la viola, la madre consiente esa práctica de violación, la abuela no se da cuenta y el Estado, siguiendo la voz de las redes virtuales, debería obligar a Belén a abortar la guagua que gesta en su vientre. Efectivamente es ese escenario no quedaría otra que gritar.

¡Viva Chile mierda!
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