Celebrando el Bicentenario


por Carmen Birke Lüttecke
Psicóloga Universidad San Sebastián


En estos días que hemos celebrado el Bicentenario, la sociedad aparece inmersa en un ambiente festivo, en un ambiente diferente. Parecen soplar otros aires, donde todo se llena de color. Las casas aparecen embanderadas con muchos días de anticipación, y el sol que nos acompaña nos transporta a época de celebraciones y jolgorio. Parece que el espíritu cambiara con la llegada de septiembre y las personas dejan atrás el frío gris del invierno, mostrándonos un semblante más alegre y sonriente, como anticipando lo días feriados que se anticipan.

Hubo largos debates respecto a los días festivos, al feriado irrenunciable, a la equidad respecto a quienes deben trabajar, al desabastecimiento, al turismo y, finalmente, triunfó ese espíritu del chileno, que en muchos momentos no le importa sacrificar una actividad económica en pos de un momento con la familia, de un momento de esparcimiento. Se debate también respecto a la celebración de los 100 años, que habrían sido ¡seis días de festejos! En síntesis, días más o días menos, lo importante es celebrar el aniversario de Chile, rescatar ese espíritu dormido junto a nuestras tradiciones. Las cuecas, las empanadas, las tonadas y la chicha en cacho, representan la historia de nuestro pueblo, a veces tan olvidada como ignorada. Este bicentenario la ha dado una oportunidad a nuestras ancestrales costumbres de reivindicarse ante un pueblo que crece y evoluciona, a merced de vientos de triunfo, desarrollo, productividad, gloria y exitismo, después de una época de crisis , cataclismos y dolores.

Nuestra sociedad se encuentra constituida actualmente por una amalgama de culturas, ritos, colores, tradiciones y epopeyas, muchas de las cuales luchan por imponerse desde afuera. Quien no ha participado de un Halloween, tan ajeno a nosotros como muchas lenguas que no logramos comprender. Pero por sobre ello, tímidamente emergían en cada 18 de septiembre las tradiciones con raíces, con historia, pero no siempre debidamente reconocidas. Este año, al cumplirse 200 años de vida soberana, han cobrado fuerza y se han mostrado en cada rincón de nuestro largo país. El folklore, las comidas y vestimentas típicas, los volantines, las fondas y ramadas, un buen chancho en piedra, son parte de las tradiciones de este pueblo chileno, liberado de la mano de los españoles después de muchas batallas. Es un pueblo con historia, es un pueblo con tradición. Asumamos con orgullo nuestras raíces, que aún cuando tengamos muchas otras nacionalidades de base, sentimos el orgullo de ser chilenos. ¡Un pueblo sin historia, un pueblo sin tradiciones, no tiene identidad!
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