Declaración Pública-Opinión
Por Camilo Escalona Medina
Senador Región de Los Lagos
Gobernar sin oposición es muy antiguo propósito de los autoritarismos que se han impuesto muchas veces a lo largo de los tiempos, pero no es en todo caso la conducta o el propósito que debiese orientar a los gobernantes electos democráticamente.
Sin embargo, la reacción de los funcionarios de gobierno indica que no lo han internalizado ni asumido suficientemente. Lo afirmo frente a la actitud descalificatoria que han adoptado ante mi aseveración en cuanto a que el gobierno no tiene un plan reconstrucción del país para hacerse cargo del doble desastre natural, terremoto y tsunami, de la madrugada del 27 febrero último.
No les pido que compartan mi punto de vista, en buena hora pensamos distinto. No obstante, las cifras no se equivocan: el gobierno convence al país que las pérdidas son de 30 mil millones de dólares y la única cifra de financiamiento entregada en un debate de varias horas en el Congreso Nacional es una reasignación de 730 millones de dólares, lógicamente del mismo Presupuesto Vigente.
¿Tiene coherencia y fundamento la propuesta gubernativa? Con toda la crudeza de la situación no la tiene, más aún cuando el mismo ministro de Hacienda agrega que el impacto del cataclismo disminuirá este año el crecimiento de la economía en cerca de dos puntos.
La situación se agrava si consideramos que estamos frente a una autoridad que se proclama de excelencia en la gestión. Pero las experiencias enseñan que del dicho al hecho hay mucho trecho y observamos que no hay claridad de objetivos, adecuada definición de las metas, planificación para orientar las medidas de corto, mediano y largo plazo y un equipo humano actuando de manera coordinada y colectiva.
Luego que la autoridad nos trata de convencer de sus argumentos, se irrita que asumiendo la responsabilidad social que nos corresponde, hagamos presente que no hay plan de reconstrucción sin que exista el plan de financiamiento respectivo que lo lleve a la práctica. Lo demás el viejo populismo: prometer sin actuar, hablar sin hacer y, además, por si fuera poco, se exige silencio y ausencia de criticas. Esta es una antigua pretensión autoritaria, sin fundamento alguno, en la realidad democrática actual de nuestro Chile.