- El Centro de Políticas para el Desarrollo, de la Facultad de Administración y Economía (FAE) de la Universidad de Santiago, es parte de los actores que analizan el impacto de la «enfermedad holandesa» en tres países, incluido el nuestro. En una reunión, trataron de dimensionar las consecuencias perjudiciales que provocan los aumentos significativos de ingresos en un país, producto del descubrimiento de recursos naturales.
La noción de enfermedad holandesa se originó en 1977, cuando la revista “The Economist” acuñó el término para referirse al impacto de la bonanza generada en Holanda ante el descubrimiento de gas natural en el Mar del Norte en 1959. En la actualidad, el término se aplica a un país que encuentra un recurso natural, sorpresivamente, como una nueva fuente de riqueza.
El tema fue abordado por el Centro de Políticas para el Desarrollo de la Facultad de Administración y Economía (FAE), en una reunión en la que participaron, entre otros, los economistas Lucas Ferrero y Matías Hisgen, ambos de la Universidad del Nordeste de Argentina; Jean Acquatella, Oficial de Asuntos Económicos de la Cepal; y los profesores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid, José Manuel García de la Cruz y Ana María del Sur, quienes dirigen el proyecto: "Comercio internacional, materias primas y enfermedad holandesa:
estudios comparativos de Argentina, Chile y Noruega”, perteneciente a esa casa de estudios superiores europea, y del que el IPPD de la FAE es invitado.
El principal objetivo de esta iniciativa “es analizar los riesgos de que las economías de Argentina, Chile y Noruega padezcan de la enfermedad holandesa”, según precisó García de la Cruz, quien también destacó que centrarán su quehacer en “los efectos económicos de la enfermedad holandesa, la temporalidad y anticipación de sus efectos y las políticas de estabilización o desarrollo posibles de abordar a partir de lo estudiado”.
La realidad chilena fue expuesta por el profesor de la FAE, Andrés Palma, quien contextualizó la situación histórica y actual del cobre en el país. Según indicó, desde el año 2004, el cobre comenzó a situarse por sobre los ingresos de tendencia razonable. Sin embargo, “nunca nadie ha logrado predecir su precio, ni en el corto ni largo plazo”. Otro metal a considerar -sostuvo- es el molibdeno, “que cumple un papel protagónico ante otros metales extraídos”. Palma aseguró que Chile no sufre de enfermedad holandesa, “o bien, está bajo control o dominada”.
Argentina y sus productos agrícolas
El segundo caso analizado fue el de Argentina, cuya asociación con la enfermedad holandesa está radicada en sus principales productos agrícolas o cultivos de exportación como la soja, el maíz y el trigo. “La fuerte asociación entre la evolución del tipo de cambio real y los precios de estos productos agrícolas hacen creer que sí estamos ante la presencia de este fenómeno en Argentina”, aseguraron Lucas Ferrero y Matías Hisgen.
El tercer país que se evaluó durante la jornada fue Noruega. Los participantes concluyeron que esta nación escandinava ha sabido evitar exitosamente la enfermedad en su economía, por la extracción de petróleo, por la decisión de que su uso fuera para toda la sociedad como para sus instituciones. “Son un ejemplo para muchos países. Este mal es evitable”, aseguró, finalmente, Ana María del Sur.
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