La escuela: un espacio de socialización


Susan Bastías Soto
Docente de Pedagogía en Educación Diferencial
Universidad San Sebastián Sede De la Patagonia.


La mañana del lunes 26 de mayo del año en curso, nos enteramos de un lamentable suceso ocurrido en un establecimiento educativo de la ciudad de Puerto Montt, hecho que ha generado gran polémica y ha dado curso a un sinnúmero de cuestionamientos y reflexiones de distinta índole; enjuiciando, en ocasiones, sin compasión a los padres, compañeros y al establecimiento, sin darnos el tiempo de conocer la verdadera historia, el contexto o las reales razones que motivaron al joven a cometer dicho acto.

Jerome Bruner, se refiere a las instituciones educativas como: “subcomunidad en interacción”. En este sentido, la escuela, por esencia, es un espacio de socialización; por lo mismo, se debiera configurar como el escenario apropiado para que los estudiantes se sientan incluidos, motivados, acogidos y seguros en ella. Por tanto, en este escenario controversial, la escuela de hoy ¿es el espacio idóneo para posibilitar el aprendizaje en los niños y niñas? Al reflexionar frente a esto, es innegable que la educación actual manifiesta una crisis que es reflejo de nuestra sociedad, cada vez más carente de normas, en donde el ejercicio de la responsabilidad, respeto y tolerancia, valores que deben ser inculcados en el seno familiar, se ven cada vez menos fortalecidos. En esta tarea, es la familia la que debe hacerse cargo, la escuela solo refuerza.

Es triste ver cómo hoy en día las escuelas se han transformado en “verdaderas cárceles”, llenas de rejas, protecciones, cámaras, alarmas y cuanta otra medida de seguridad que los sostenedores de establecimientos estimen conveniente. Seguridad que, por cierto, tiende a garantizar de alguna manera la tranquilidad de la comunidad educativa frente a actos y personas externas.

En este escenario, y recogiendo la opinión pública, surge la interrogante: ¿debe una escuela, que por definición es un espacio de socialización, contar con medidas de seguridad semejantes a las que nos encontramos en recintos donde hay delincuentes, privados de libertad? Para responder este cuestionamiento, recordemos que la escuela y la familia convienen un acuerdo en el que la primera se compromete a formar un individuo reflexivo, autónomo, crítico, con capacidad de transformar realidades, un sujeto respetuoso de los valores y tradiciones de la comunidad a la que pertenece, pero es en este último sentido en el que la labor de la familia es ineludible.

El lugar en el que ocurrieron los hechos es fortuito. Pudo haber sido en una escuela rural, escuela pública, o una pagada. Pero lo que no da lo mismo es que hoy, como sociedad, tenemos que enfrentarnos a una realidad que veíamos, hasta ahora, en contextos lejanos.

Ojalá este lamentable hecho nos sirva para remover nuestras conciencias y permita replantearnos como padres, profesores, adultos o desde los múltiples roles que desempeñamos, el rol protagónico que tenemos en la educación de la sociedad chilena.
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