Alejandro Díaz Salgado
Director Ingeniería Comercial
Universidad San Sebastián, Sede De la Patagonia.
El mundo, a partir de la revolución industrial, cambió aceleradamente y no solo en razón al desarrollo de áreas del conocimiento o de la producción, sino que en función a los profesionales que el mercado va requiriendo a través de los años. Hoy, las empresas demandan perfiles profesionales distintos a los que se requerían tiempo atrás.
El concepto de especialización o súper especialización que primó en las organizaciones y que hoy, en parte de ellas, aún es muy valorado, está empezando a perder su relevancia. Actualmente, las organizaciones buscan incorporar profesionales que entreguen elementos diferenciadores que permitan dar valor a su empresa y quizá la especialización ya no es un valor que predomine; muy por el contrario, la diversificación del conocimiento y la preparación profesional “multisectorial” al interior de las empresas ha generado un valor difícil de soslayar y que se ha transformado en una fuente de una ventaja competitiva organizacional.
Hoy, es muy común encontrar personas que poseen dos o más títulos profesionales en diversas áreas: biólogos que a la vez son ingenieros comerciales, ingenieros civiles que son psicólogos, abogados que a su vez son contadores auditores; en fin, las combinaciones son infinitas, más aún si sumamos que estas personas poseen además conocimientos más profundos, ya que suman la especialización desarrollada a través de un Magíster, MBA y en algunos casos Doctorados, adicionando experiencia profesional, lo que hace que las organizaciones tengan un talento profesional infinito, que si es bien liderado, puede llevar a las empresas a niveles de excelencia insospechados en sus desempeños.
Recordemos que en la antigüedad el conocimiento era sistémico y que en las manos o cabeza de alguna persona se establecían variadas ciencias, muy diferente a lo que ocurrió posteriormente con la especialización, la cual es una buena tendencia, pero quizá una tendencia solitaria al interior de las organizaciones. En cambio, la multidisciplinariedad individual, sugiere “sinergias individuales” (dos profesiones en el cerebro de un individuo), lo que sumado a otras “sinergias individuales” podría generar resultados insospechados en el rendimiento de esta organización.
El crecimiento desenfrenado en el acceso a la información generó un vuelco radical, no solo en las empresas, sino en los procesos formativos de profesionales, abriéndose la posibilidad a personas para que incursionaran en variadas áreas de formación, esto sumado a la tendencia de trabajo multidisciplinario sustentado en formas de actuar y razonar distintas, posibilito en primera instancia el desarrollo de las llamadas o mal llamadas “Soft Skills”, para posteriormente integrar el concepto T – Shaped en el cual la amplitud del conocimiento pasa a ser más relevante que la profundidad de este.
La búsqueda de eficiencia de las empresas ha generado nuevos requerimientos de profesionales. Hoy se exige capacidad de interactuar interdisciplinariamente, no desde la perspectiva del especialista, sino desde la perspectiva sistémica del conocimiento, en donde se busca un profesional que sea capaz de tener conocimientos variados, aunque no profundos de las distintas ciencias que interactúan dentro y fuera de la empresa. El desafío será sumarse a las tendencias, manteniendo como elemento distintivo la diversificación.