- «Puerto seco: Érase una vez el mar» es un montaje que está pensado para toda la familia y plantea preguntas en torno a cómo la privatización de las cosas nos quita el acceso a lo natural.
Este trabajo financiado por los Fondos de Cultura 2019, narra la historia de Dalai, un anciano que está llegando a la última etapa del alzheimer y lo único que hace es recordar cuando sus padres, quienes fueron los últimos pescadores del lugar, vivían aventuras en el puerto, siendo sus delirios, el principal motivo por el cual terminaría inminentemente en un asilo.
Pero antes de que eso ocurra, el hombre decide fugarse en compañía de unos amigos; Misu y Barsha, para conversar y reflexionar acerca de esos recuerdos y juntos partirán al reencuentro del mar antes de olvidar incluso su propio nombre.
La trama está orientada a un público familiar y se presenta con un lenguaje lúdico, uso de máscaras, canciones y atractivos efectos lumínicos, buscando exponer la constante privatización del espacio público y de los bienes naturales del país.
Dirigida por el actor y periodista Gabriel Contreras, "Puerto seco: Érase una vez el mar" es la segunda obra que presenta "El Astillero Teatro" en los Temporales Teatrales. Anteriormente en la versión XXX del festival, la compañía exhibió el montaje "Hipodérmica: la otra historia".
La entrada al espectáculo tendrá un valor de mil pesos. Para quienes no pueden asistir de manera presencial o quienes quieran verla posteriormente, se realizará una transmisión streaming, la cual quedará disponible en el sitio Temporales en vivo.
Según ha explicado el creador artístico, la compañía nació con el objetivo de vincular a la ciudadanía con temas derivados de la contingencia, en un afán por revitalizar la pregunta por la comunidad, poniendo en tela de juicio ciertos paradigmas que ha construido la vida social.
En este contexto, temas como el proyecto del Mall Barón y la construcción del Terminal 2 (T2) en la región de Valparaíso, este último, que implicaría la existencia de un muro de containers en todo el borde costero de Valparaíso de más de 7 pisos de altura, impidiendo definitivamente el acceso al mar a los ciudadanos, inspira en parte esta obra que se presenta como una invitación a reflexionar sobre el acceso al mar de las ciudades-puerto, el olvido y la vejez.