Por Silvia Echeverría Marquezado
Directora de Ingeniería Comercial UST, sede Iquique
Las pequeñas y medianas empresas son un conjunto diverso de agentes económicos que contribuyen de manera importante a la generación del empleo y, en menor medida, al producto interno bruto, revertir esto se transforma en un gran desafío. Las características que han sido puestas en evidencia en varias investigaciones se encuentran su escaso dinamismo y atraso tecnológico, que limita sus posibilidades de llegar a otros mercados, orientándose mayormente al mercado doméstico y lo que representa una evidente brecha de productividad respecto a las grandes empresas.
No cabe ninguna duda que las microempresas y las pymes son agentes económicos clave para un país, ya que un número importante de la población y de la economía dependen de su actividad y desempeño. El hecho de que las pymes tengan un mayor peso en el empleo que en la producción indica que sus niveles de productividad son inferiores a los de las grandes empresas, por ello es fundamental reducir esta brecha incorporando tecnología, innovaciones y conocimiento a sus productos, así como también impulsar mejoras en su gestión.
El entorno actual en que actúan las pymes está sujeto a fuertes cambios y turbulencias que afectan la forma en que se desenvuelven y compiten, el actual contexto pone en relevancia la urgencia de avanzar en políticas de apoyo, que se pueden resumir en cuatro áreas que se encuentran interrelacionadas: innovación para el fortalecimiento de capacidades productivas y gerenciales, acceso a mercados, articulación productiva y cooperación empresarial, y acceso al financiamiento para implementar las tres primeras iniciativas mencionadas.
Por último, hay que señalar que queda mucho camino por recorrer, múltiples desafíos que atender y sobre todo mucho trabajo por hacer. El trabajo articulado entre el sector privado y público es fundamental para la generación de estrategias de fortalecimiento a la Pyme, en atención a su importante rol que cumple en la sociedad.