- Luego de años de un trabajo en conjunto con investigadores, enólogos y conocedores de la industria del vino, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) presenta oficialmente la innovación proveniente de la Región de Aysén que busca diversificar las opciones productivas y generar nuevas alternativas de desarrollo para dicha zona del país.
¿Por qué son los vinos más australes del mundo?
Keóken, concepto que proviene de la lengua Tehuelche y que se significa “amanecer”, nace con un objetivo de innovación de INIA para impulsar el desarrollo de viñas en la Patagonia con un vino que se luce y posiciona como el más austral del mundo, al ser elaborado y embotellado en la latitud 46°32′ Sur. “Su singularidad se debe a que el lugar geográfico donde es elaborado presenta un clima extremo, lo que implica grandes desafíos de manejo para los investigadores; la temporada de producción es muy corta, está flanqueada por heladas y con viento intenso de forma permanente. A esto se suma la presión de la fauna de la región, que puede generar grandes pérdidas”, comenta Diego Arribillaga, investigador de INIA y director de este proyecto.
Si bien la producción de vinos en Chile se ubica mayoritariamente en la zona centro sur y norte, INIA, de la mano de sus investigadores, apostó por la elaboración de un ejemplar en condiciones climáticas menos favorables que otras latitudes del país. “La producción de los vinos más australes del mundo es un insumo para futuras investigaciones vitivinícolas en materia de eficiencia de manejo del viñedo y uso de tecnologías de innovación”, agrega Arribillaga.
El equipo de trabajo del centro regional INIA Tamel Aike es el primero en producir vinos en la Patagonia chilena, bajo condiciones de alta ventosidad y bajas temperaturas, pero con la ventaja de tener noches frías y largos días soleados en verano más la moderación que entregan las turquesas aguas del lago General Carrera, lo que ha permitido generar un producto sin igual y de alta calidad. Esto ha derivado en la elaboración de vinos de distintas cepas, de las que se presentan las más prometedoras: Pinot Noir y Sauvignon Blanc, que habían sido envasadas anteriormente, y a las que hoy se suma Chardonnay.
El origen de Keóken
Durante el año 2014, INIA comenzó con la investigación para extender la oferta de la viticultura nacional hacia el sur austral. Posteriormente en 2016, la enóloga e investigadora de INIA Marisol Reyes y en conjunto con otros investigadores de la entidad, plantaron ocho variedades en La Araucanía y Chile Chico, siendo esta última localidad donde se creó Keóken, producido y embotellado en origen por INIA Tamel Aike.
“Este viñedo tiene un gran valor simbólico, ya que es la primera producción de vino en la región de Aysén, Patagonia Chilena y que viene a sumar diversificación productiva a la fruticultura regional. Keóken es una guía para productores locales interesados en proyectos de innovación y esperamos seguir contribuyendo en la generación del paquete tecnológico necesario para producir uva de calidad, que permita culminar en vinos y otros productos enológicos de calidad”, afirmó la Enóloga de INIA. En el futuro, los investigadores de INIA esperan avanzar en el manejo de los viñedos y la elaboración de vinos, que cada año presentan un nuevo desafío. Conjuntamente, se presupuesta ir transfiriendo las tecnologías generadas y apoyar a los productores locales que quieran sumarse a este desafío de producir los vinos más australes del mundo.
Acerca de INIA
Con 57 años de historia, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) es la institución de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) vinculada al Ministerio de Agricultura de Chile, líder en el desarrollo agroalimentario sostenible, creando valor y proponiendo soluciones tecnológicas en beneficio de los agricultores y agricultoras, socios y socias estratégicas, y sociedad. Desde su fundación, el Instituto ha contribuido al desarrollo sostenible de la agricultura nacional, por medio de la creación de nuevas y mejores variedades de frutales, cultivos anuales y cereales que hoy lideran en participación de mercado; la introducción y validación de especies con potencial productivo, que son parte relevante de la oferta exportadora nacional; el rescate de especies nativas y la puesta en valor de ingredientes y bioinsumos. Además, aporta a la conservación de los recursos genéticos y microbianos como patrimonio de la humanidad; al desarrollo de técnicas para el control y manejo de plagas y enfermedades de importancia económica; la extensión de tecnologías que favorecen la productividad de agricultores y ganaderos, mejorando su calidad de vida; y a la adaptación del sector agropecuario a los nuevos escenarios de cambio climático, incluyendo la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), entre otros.