Renato Segura
Docente Escuela de Negocios
Universidad de Las Américas
Lo que fue planteado como una alternativa para ir en ayuda de un sector de la población que no percibe beneficio alguno del Estado, se ha transformado en un problema de seguridad nacional. La reacción del gobierno y de los grupos económicos han dado cuenta que, el retiro de los fondos de la AFP es un golpe que remece los cimientos del modelo económico de libre mercado que rige al país.
Para algunos, una exageración, para otros una “estocada casi mortal” al perfeccionamiento del sistema de AFP. Para el ciudadano común y corriente, una discusión que poco entiende. Los fondos previsionales comenzaron a funcionar a partir del año 1980, con un retorno real anual superior al 9% durante sus 40 años de funcionamiento, los defensores del sistema han confirmado que el modelo funciona. Con un fondo acumulado que equivale a un tercio del PIB anual de Chile, es una de las actividades económicas que presenta una fuerte incidencia en la actividad financiera, económica y de financiamiento del sector público.
Este patrimonio, sin embargo, es el que presenta la mayor atomización en su propiedad. Son más de 10 millones de chilenos y chilenas que están involucrados en los buenos y malos resultados de su administración. Hoy día, son decenas de miles de los propietarios que han volcado su mirada a los fondos como una forma de resolver el apremiante estado en el cual les ha impuesto la pandemia. Parece de sentido común echar mano a los ahorros frente a situaciones excepcionales ocasionadas por una catástrofe.
Guardando por supuesto las diferencias lógicas, me imagino que frente a esta realidad muchos de los cotizantes han asimilado una sensación similar a lo que tuvieron que enfrentar las víctimas de las estafas piramidales. Es decir, ver con estupor que la riqueza que suponían les era propia se desvanece en el tiempo con una leve esperanza de recuperar lo invertido en el futuro y a pedazos.