jueves, agosto 18, 2011

¿Por qué creo que nunca me alcanza el tiempo?


por Nicole Chaigneau V.
Carrera de Psicología
Universidad San Sebastián


La Teoría de la Relatividad de Einstein nos enseñó que la percepción del tiempo es subjetiva. Pese a que se trata de un sincronizado transcurso de las horas, la forma en que lo vivimos está muy determinada por las circunstancias temporales y los estados emocionales, los que nos permitirán fluir con el paso del tiempo o quedar detenidos en cada uno de sus segundos.

La percepción del tiempo va cambiando también en las distintas etapas del ciclo vital, siendo vivenciado de manera más rápida a medida que crecemos. Esta diferencia estaría dada por varios factores: cuando somos adultos tenemos una mayor consciencia acerca de las actividades que realizamos, mientras prestamos una mayor atención al paso de los segunderos de un reloj; a su vez, estamos menos expuestos a situaciones novedosas constantes, que detengan el devenir de las horas, como ocurre en la percepción del tiempo en la infancia.

Algunas teorías proponen que se están produciendo cambios en los campos electromagnéticos de la tierra, incrementando sus niveles de resonancia o frecuencia vibratoria, lo que se traduciría en una mayor aceleración del tiempo. Lo cierto, es que en la actualidad existe una percepción generalizada de que el tiempo “vuela” y que en esta velocidad cuesta integrar las múltiples actividades que los adultos tenemos que realizar, durante plazos continuos de veinticuatro horas.

Una de las frases más populares es “no puedo, es que no tengo tiempo”: para leer, para realizar ejercicios, para ir a ver a un amigo. Esta frase hoy sirve de escusa, ampliamente compartida y justificada de antemano; sin embargo la subjetividad temporal también nos enseña que tenemos en nuestro poder la posibilidad de cambiar esta perspectiva. El tiempo está ligado a la conceptualización que la mente realiza de éste, y por lo mismo, tenemos la oportunidad de alterar sus sentidos y aportarle organización al paso de las horas; alcanzando a realizar aquellas acciones que podríamos incorporar, si sintiéramos una verdadera motivación por ellas.