miércoles, marzo 20, 2024

Curantos son analizados en libro sobre patrimonio arqueológico de las provincias de Llanquihue y Chiloé

  • Este término huilliche refiere a una forma de cocción de alimentos provenientes del mar y la tierra, en base de piedras calientes, técnica que ya era utilizada por grupos canoeros hace miles de años.
"Arqueología de Llanquihue y Chiloé" (marzo 2024, Puerto Montt). Así se denomina el libro de divulgación científica que expone el resultado del Catastro Provincial Arqueológico efectuado en las provincias de Llanquihue y Chiloé realizado por un equipo de académicos y colaboradores de la Escuela de Arqueología de la Universidad Austral de Chile, Sede Puerto Montt.

Al revisar el texto es posible conocer la relación estrecha entre el patrimonio arqueológico de las provincias de Llanquihue y Chiloé y sus habitantes actuales. Según señala el libro, "el mejor ejemplo de que disponemos son los curantos. Este término huilliche refiere a una forma de cocción de alimentos provenientes del mar y la tierra, en base de piedras calientes, técnica que ya era utilizada por grupos canoeros hace miles de años".

En la publicación se relata que el curanto es un medio de subsistencia y socialización. En algunas islas del mar interior existen curantos situados en el borde costero que refieren a prácticas reiterativas del mariscar colectivo en cada isla. Al parecer, varias familias preferían juntarse y compartir las playas para fortalecer redes de colaboración y cuidado. Al proveer alimentos para guardar y comerciar en ferias, mediante el chaitún, el curanto permitía también adquirir dinero para comprar otros alimentos.

Hasta el día de hoy, los cantos rodados o piedras que se usan en los curantos son probadas antes de ser usadas. Se llama a esto curantear las piedras, lo que permite evaluar si pueden soportar altas temperaturas sin romperse. Cuando una piedra es adecuada, su uso se prolongará por muchos años y curantos, siendo incluso obsequiadas o prestadas a otros por su valor práctico.

El Dr. Simón Urbina, arqueólogo y académico de la Escuela de Arqueología UACh, destaca que "elementos del pasado mantienen activos los vínculos identitarios con las personas, territorios y tiempos que habitamos. Nos permiten reconocer que otras personas desarrollaron actividades en el pasado similares a como hoy en día las familias usan el borde costero. Esto permite a los habitantes locales reconocer un curanto sepultado profundamente en una pared de conchal milenario, como algo propio. También, nos permite dimensionar cómo estas particularidades culturales se trasmiten de un territorio a otro, tal como sucede con los curantos que existentes en diversos puntos de la Patagonia archipelágica".

El libro ha sido construido para ser usado o leído de tres maneras distintas: una secuencial, otra temática y otra visual. Por supuesto, pueden existir otras múltiples maneras de leerlo y disfrutarlo.



Talleres educativos

El proceso de recopilación de información fue acompañado por una serie de talleres educativos sobre el patrimonio cultural arqueológico de la región de Los Lagos y el sur austral de Chile. En estas actividades virtuales y presenciales participaron estudiantes, docentes y comunidades escolares de colegios de Chayahué, Ancud, Chacao y Chonchi. El trabajo de divulgación y socialización del conocimiento científico ha permitido comprobar los vínculos estrechos entre memoria, identidades y el Patrimonio Cultural Arqueológico (PCA) local y regional con el aula y las comunidades escolares situadas en los territorios estudiados.

El libro se estructura en cinco capítulos temáticos: los dos primeros describen el contexto que dio origen a este trabajo y la relevancia de preservar y conocer nuestro patrimonio arqueológico en relación con las diversas identidades y memorias que le dan sentido. El tercer capítulo aborda temáticas sugerentes sobre investigaciones arqueológicas recientes en las provincias de Llanquihue y Chiloé, del mismo modo que el cuarto y quinto capítulo abordan temas significativos para la historia colonial y republicana.

Pensado especialmente para docentes y comunidades escolares, el texto incluye un apéndice que detalla el enfoque de educación patrimonial que inspiró los talleres realizados, como una invitación a incorporar métodos innovadores en la sala de clases, utilizando los contenidos de este libro.

En ese sentido, Arqueología de Llanquihue y Chiloé busca dar continuidad al trabajo pionero de dos obras de divulgación de contenidos patrimoniales y arqueológicos en nuestra región: los antiguos habitantes de la Provincia de Llanquihue (2011) y Chiloé y su patrimonio-arqueología insular (2015).

Herencias culturales y sus relaciones

Este libro se trata de nuestras herencias culturales y sus relaciones. En sus páginas se pueden revisar partes significativas de nuestra historia regional, sin dejar de lado procesos globales y continentales ocurridos hasta el siglo XIX.

Estas herencias que nos conectan confluyen en el territorio de las provincias de Llanquihue y Chiloé, sus paisajes, comunas y localidades. Desde aquellas familias que arribaron y poblaron sus distintos espacios hace 12.000 años, hasta nuestros tiempos, identidades y tradiciones se han configurado y transformado producto del crecimiento de la población y la llegada de nuevos habitantes: migración, colonización y urbanización.

En estos miles de años de historia, los conocimientos ancestrales y formas de habitar han cambiado, pero siguen presentes como memorias y experiencias de lugares, como los atardeceres junto al mar, en los artefactos que en conjunto marcan las huellas humanas que la arqueología busca estudiar, compartir y legar a las nuevas generaciones.

Autores

Simón Urbina Araya, arqueólogo; Ricardo Álvarez Abel, antropólogo; Carolina Maturana Ibáñez, historiadora; Simón Sierralta Navarro, arqueólogo; Rafael Labarca Encina, arqueólogo; Elisa Calas Pérsico, arqueóloga; Aldo Farías Herrera, geógrafo; Constanza Roa Solís, arqueóloga; Mauricio Álvarez Abel, ilustrador científico; y Víctor Martínez Mellado, diseñador infografista. Ilustraciones: Mauricio Álvarez Abel. Revisión editorial: Carmen Cecilia Díaz.