viernes, agosto 14, 2020

Los desafíos que trae la crisis del pellet

Marianela Rosas Uribe
Docente Facultad Ingeniería y Tecnología
Universidad San Sebastián Sede De la Patagonia.


Más del 70% del uso de energía en los hogares de nuestra región es para calefacción. Somos la segunda región del país (después de Los Ríos) con mayor uso de la energía para estos fines en comparación a otros usos como los artefactos electrodomésticos.

Una adecuada elección de calefactores permite a la familia invertir mejor al incorporar equipos más eficientes y menos contaminantes tanto dentro como fuera del hogar. En nuestra Región, hay más de 300 mil hogares y, si sólo un 7% de éstos utilizaran electricidad en vez de leña, se evitarían 140 casos de mortalidad prematura al año, se evitarían 200 casos de admisiones hospitalarias al año y habría beneficios en menores costos de atenciones hospitalarias del orden de US$ 90 millones por año.

El llamado es a preferir calefactores eficientes (sobre 80%), con control automático de temperatura, que generen nulas o baja emisión de gases al exterior, con una potencia adecuada al tamaño y necesidad de la vivienda y, que cuenten con certificación de la Superintendencia de Electricidad y Combustibles (SEC). Las alternativas son diversas y las recomendaciones van desde el uso de aire acondicionado split, calefactores a gas y kerosene, y calefactor a pellet, entre otros. Estos dos últimos artefactos si bien son conocidos por nuestra sociedad, utilizan dos fuentes de combustible radicalmente diferentes entre sí. Mientras el primero utiliza un combustible fósil, el segundo utiliza un biocombustible.

El pellet fue creado internacionalmente con una función energética y medioambiental. Ello, dado que sus estándares de composición (forma, tamaño y grado de compactación) y humedad (menor al 12%) garantizan que su proceso de combustión es eficiente.

En Chile, su fabricación proviene principalmente de materia prima forestal y, en menor cantidad, de la industria de muebles. Como resultado de la aplicación de tecnología de densificación, este aserrín en polvo o viruta, es altamente prensado generando un producto cuya combustión es menos contaminante. Su uso no es nuevo en nuestro país, pero se ha masificado en los últimos 5 años debido a las restricciones hacia las fuentes fijas de emisión como son calderas o calefactores a leña y, si bien la inversión inicial para la implementación de este tipo de biocombustible es alta en comparación al resto de opciones en el mercado, es limpio, duradero y su uso está permitido en el país.

En el marco de las problemáticas de desabastecimiento que ha sufrido nuestra Región de Los Lagos cabe preguntarnos si la generación de esta amigable fuente de energía puede provenir de la valoración de otros residuos orgánicos de nuestras ciudades. Y la respuesta es positiva. Existen importantes estudios en el país respecto de la generación de pellets a partir de residuos agrícolas. Y es que una feria de 6.000 m2 de superficie en Chile, puede generar hasta 28 toneladas semanales de residuos orgánicos con un interesante potencial energético. Utilizando tecnologías que aprovechan fuentes de energía renovables como son la energía solar y la biomasa, se pueden construir proyectos de diversas dimensiones para el secado de estos subproductos y su transformación para el uso energético en nuestros hogares.

Por ello, la invitación es a articular los esfuerzos que permitan aprovechar las oportunidades y desafíos que nos presentan nuestros patrones y hábitos de consumo en pro de lograr que nuestras ciudades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles como dice nuestra hoja de ruta u Objetivo 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.