Daniela Inostroza Moya
Docente de Nutrición y Dietética
Universidad San Sebastián · Sede De la Patagonia
La industria alimentaria está plagada de alimentos que simulan ser otros. El ejemplo clave de esta semana es el sucedáneo de queso, que está compuesto de un 26% de aceite de palma. En el Reglamento Sanitario de los Alimentos se atribuye que el queso tiene que estar compuesto por leche y sus derivados; cualquier ingrediente distinto, hace que sea otro tipo de alimento.
En el caso de los sucedáneos, hay por montones en el mercado nacional. Tales ejemplos son el sucedáneo de limón, sucedáneos de leche materna, sucedáneos de café y ahora, el sucedáneo de queso. Lo importante en estos productos, es que la información que se entrega al consumidor, sea verídica. Si el consumidor quiere comprar un sucedáneo, que lo haga a conciencia y no engañado por palabras que desvían el origen del producto. En este sentido debemos prestar atención al nombre del producto: si es leche, tiene que decir leche, lo mismo con el queso y el resto de los productos, si aparece la definición “a base de…”, ya sabremos que estamos consumiendo otra cosa.
Una de las características que poseen estos productos (sucedáneos) es que son mucho más económicos, ya que tienen sustancias de relleno que son más económicas con el objetivo de abaratar costos. Como resultado se obtiene un producto similar al original, más barato y de menor valor nutricional.
Es tiempo entonces de hacer un llamado de atención a la autoridad sanitaria y consumidores, a poner atención en los productos que se están utilizando en las preparaciones como pizza y sándwiches –por ejemplo-, que se presentan listas para el consumo, ya que no tenemos como saber qué tipo de ingredientes están utilizando. Por lo mismo, perfectamente podríamos preguntarnos si la empanada que queremos comprar, que dice llamarse de queso, ¿es realmente queso o sucedáneo de queso?
Todos los alimentos que están avalados para ser comercializados y consumidos tienen la obligación de llevar un rótulo que constituye la principal fuente de información para el consumidor. Cuando uno lee un rótulo de ingredientes estos van de mayor a menor; es decir, lo primero que aparece es lo que más contiene ese alimento, además de otros como el contenido neto, número de resolución sanitaria, fecha de elaboración y vencimiento, información nutricional, entre otras.
En cuanto al aceite de palma, éste es el aceite vegetal más frecuente en la fabricación de alimentos; es un componente integral de la cadena de suministro de alimentos. Si bien los efectos directos sobre la salud del aceite de palma siguen siendo controvertidos, los impactos indirectos sobre la salud que cultiva este producto son muchos.
El cuidado que como consumidores debemos tener es en escoger productos que posean baja cantidad de grasas saturadas, ya que como el aceite de palma y otros, en exceso, pueden causar la acumulación de colesterol, incrementando el riesgo de una enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular.