martes, marzo 31, 2015

Los efectos de la sequía en nuestros campos


Luis Barrientos Saldivia
Médico Veterinario, Magíster en Ciencias
Académico UST Osorno



Nuestro país sufre las consecuencias de diversos fenómenos climáticos y en nuestra región, se han sentido los efectos de una prolongada y aguda sequía que ha generado graves consecuencias productivas y sociales en la comunidad rural. Su efecto más pronunciado, desde el punto de vista de la producción animal, es la falta de forraje, que se traduce en praderas con escasa producción de materia seca y una baja calidad nutricional.

La productividad de una pradera se mide en forma anual y su rendimiento es resultado de las sumas de sus producciones en diferentes estaciones, por lo tanto una estación difícil puede tener repercusiones más allá de la época crítica.

Los sistemas productivos lecheros dependen, en gran medida, de una producción de pradera constante y su escasez tiene consecuencias sobre la producción, calidad y la condición corporal de los animales, impidiendo llevar a buen término sus lactancias. La escasez de forraje obliga a vender los animales rápidamente para evitar pérdidas, saturando el mercado y modificando los precios vigentes. La sequía obliga también a ocupar durante el verano el forraje conservado para el invierno, teniendo que incurrir en el gasto adicional de comprar a terceros.

Por otra parte están los pequeños agricultores, que manejan su producción en terrenos de inferior calidad, muchas veces en zonas extremas y de difícil acceso, con pocas posibilidades de comprar forraje adicional. El déficit hídrico se traduce en la pérdida total de animales, lo que genera un importante costo económico y social para sus familias.

A pesar de que es difícil predecir el comportamiento climático, se pueden considerar algunas herramientas que ayudan a aminorar los efectos de la sequía. Los cultivos suplementarios -como las Brassicas (nabos, rutabagas, coles)- constituyen una alternativa válida de forraje en verano, otoño e invierno. Pastoreos en periodo invernal con avena forrajera pueden ser de utilidad como estrategia de diversificar la entrada de materia seca en las raciones de los animales. El uso de concentrado y bolos de forraje conservado también es una opción para cumplir los requerimientos nutricionales de los animales, con toma de muestras que aseguren la calidad del forraje cuando son grandes cantidades. Finalmente, la inversión en equipos de riego, aunque más costosa, ha demostrado tener buenos resultados en zonas donde el déficit hídrico es manifiesto en periodos de verano.