Patricia Villagrán
Psicóloga USS
El 5 de agosto del año pasado se produjo el derrumbe en la entonces desconocida Mina San José y la historia después, y hasta el 13 de octubre, cuando fueron rescatados, es de todos conocida. Ha pasado un año del accidente y las vidas de los 33 hombres y sus familias ha cambiado. Algunos de ellos se han reinventado, transformándose en líderes motivacionales, dictando charlas por el país y el mundo; otros se han retirado de sus trabajos y algunos han vuelto a trabajar en la minería, en otras minas, con otros empleadores, ¿en otras condiciones laborales?
Recuerdo las grandes discusiones acerca de la escasa seguridad y menor fiscalización que tenían las condiciones laborales de estos trabajadores. La necesidad de grandes cambios. La oportunidad de modificar leyes para resguardar a los más desprotegidos.
Me da la impresión que las intenciones se quedaron en eso. Se esfumaron, igual que se fueron las cámaras, igual que se guardó el papelito de los 33, igual que las banderas del campamento. Y ahora, transcurrido un año, vuelve la farándula. Se vienen las celebraciones, las películas, los actores hollywoodenses y seguramente las entrevistas y los programas televisivos especiales.
Nuestros héroes del bicentenario han debido seguir viviendo mayoritariamente la misma vida que llevaban antes. Pasó la novedad, los viajes, Disneyworld y el Ratón Mickey. De vuelta a la realidad: a parar la olla, a pedir leyes laborales justas, a demandar al Estado por no garantizar un trabajo seguro, mientras los dueños de la Mina buscan esquivar la quiebra y el Gobierno con certeza volverá a desempolvar el mensaje escrito en plumón rojo y a celebrar el triunfo de la ingeniería por sobre la naturaleza.
No hay caso. Ha pasado un año y las cosas siguen igual. Los mineros saliendo adelante gracias a sus características resilientes y los trabajadores chilenos esperando las leyes prometidas. Mientras, en las redes sociales se discute si Chuck Norris o George Clooney es el más indicado para representar a Golborne…