miércoles, agosto 17, 2011

Ahora hay que diseñar para los vándalos


Hans Intveen
Arquitecto
Universidad San Sebastián


“…transmitiremos a esta ciudad no menos, sino más y mejor y más belleza de la que nos fue transmitida a nosotros.”
Así reza parte del juramento que los jóvenes atenienses tenían que hacer al comenzar su vida como ciudadanos. Cuidar y mejorar la ciudad, no como una entidad física, sino como representación de una comunidad de intereses.

A diferencia de la antigua Grecia (y la actual) vemos que en nuestra realidad, la ciudad suele sufrir antes que nadie la rabia contenida por cualquier reivindicación social. Y esta dinámica incide en cómo el Estado piensa la ciudad misma. Por ejemplo, hemos llegado al punto de que buena parte de las instituciones del Estado suelen exigir a los diseñadores mobiliarios que piensen expresamente en que sus obras no sean vandalizadas.

En el fondo, se diseña para los vándalos, pensando en ellos y sus “necesidades”. Esto genera consecuencias obvias: abundancia del hormigón bruto, luminarias con rebuscadas formas para evitar la muerte por “lapidación”, paraderos poco confortables, plazas duras y sobre iluminadas, un largo etcétera.

Lamentablemente, las ciudades chilenas todavía carecen de rostro, son una entidad a la que se puede dañar de manera relativamente impune y sin sentir gran culpabilidad… ¡qué falta nos hace ese juramento!

Nos gusta pensar que los vándalos vienen de un universo paralelo sobre el cual no tenemos mayor responsabilidad, pero cada uno de ellos tiene una familia y un entorno, son parte nuestra por así decirlo.

Y, a diferencia de lo que sucedía en Atenas, en ningún momento de sus vidas les hemos hecho jurar que deben responder por sus acciones y que no sólo debieran mantener lo que hay, sino que entregar una ciudad mejor a la que recibieron.