jueves, junio 10, 2010

Mensaje del Arzobispo de Puerto Montt en el clausura del año sacerdotal

El próximo viernes 11 de junio, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Papa Benedicto XVI clausurará el Año Sacerdotal, en la Plaza San Pedro, Roma, celebrando la S. Misa con la presencia de Obispos y miles de sacerdotes y fieles del mundo entero. Nosotros nos uniremos a esa magna fiesta, celebrando la Eucaristía en la Catedral ese viernes 11 a las 19.00 hrs., ocasión en que se reconocerá a aquellos sacerdotes que han cumplido 25 ó más años de servicio sacerdotal.

Con ese motivo también deseo dirigir un mensaje de gratitud y esperanza a los sacerdotes y a todos los fieles, y a quienes -no compartiendo nuestra fe- valoran la presencia y acción de la Iglesia, en nuestra Patria, cuando ésta celebra el Bicentenario de su Independencia.
  1. El lema del Año Sacerdotal ha sido “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”, y su objetivo fue “contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, para que su testimonio evangélico en el mundo de hoy sea más intenso e incisivo” (Carta de S.S. Benedicto XVI, convocando el Año Sacerdotal, 16 de junio, 2009). El Papa propuso la figura del Santo Cura de Ars -al celebrarse 150 años de su muerte o “día natalicio” al cielo- como un modelo de entrega pastoral, a todos los sacerdotes del mundo.
    Quería así, ayudarnos a redescubrir el gran don e importancia del sacerdocio y de cada sacerdote, sensibilizando a todo el pueblo de Dios: sin sacerdotes no tenemos la Eucaristía ni el perdón sacramental; tampoco el anuncio autorizado de la Palabra de Dios y de la Enseñanza de la Iglesia, ni la guía para nuestras personas, familias y comunidades, según el Evangelio de Cristo. Los ministros del Señor nos reciben en la Iglesia dándonos el bautismo, nos entregan el Cuerpo de Cristo en la comunión, bendicen nuestro matrimonio, nos acompañan en el dolor, la enfermedad o la ancianidad, nos acercan a Dios cuando nos alejamos, nos motivan a la caridad y nos despiden en la hora de la muerte.

  2. Con todo -seguramente para hacernos más humildes servidores de Él y de nuestros hermanos- el Señor ha permitido que este Año Sacerdotal salgan a la luz denuncias -algunas comprobadas y otras en investigación- de abusos cometidos por sacerdotes contra niños y jóvenes que, además del daño ocasionado a las personas, han oscurecido el testimonio sacerdotal y escandalizado al pueblo de Dios. Dichas graves faltas demandan verdad, justicia, reparación, penitencia y oración, aparte de medidas disciplinarias y terapéuticas de la Iglesia, como el mismo Papa lo ha señalado. Dios quiere una gran purificación de su Iglesia, una santificación, especialmente del clero, puesto por el Espíritu Santo para guiar el rebaño de Cristo, bajo la autoridad de los Obispos: que haya una búsqueda mayor de la santidad por parte de los mismos sacerdotes, viviendo según el modelo de Cristo y con la cercanía de la Virgen María.

  3. Junto con agradecer a los fieles cristianos su compromiso con la Iglesia y sus Pastores, especialmente su apoyo y oración constante por el Santo Padre, les pido orar sin desfallecer por sus sacerdotes -y por las vocaciones sacerdotales y religiosas- y estar cerca de ellos, acompañarlos, y corregirlos humildemente cuando sea necesario. Así, edificaremos la Iglesia como “familia de Dios”, en que tenemos vocaciones distintas pero la común dignidad de hijos de Dios, miembros de Cristo y templos del Espíritu. Dice Jesús que el Padre, que es el Viñador, poda la Viña para que dé más fruto (cf. Jn 15,1-2). Ésta es nuestra esperanza. Habrá una nueva primavera de santidad en la Iglesia que se sumará a la pléyade inmensa de hombres y mujeres -en su mayoría célibes, aunque también los hay casados- que hará resplandecer más la faz de Cristo en el rostro de la Iglesia.


Al tiempo que renuevo mi confianza y gratitud a los sacerdotes, bendigo a todos ustedes, a sus familias, y especialmente a quienes sufren la enfermedad, la falta de trabajo, o aflicciones personales o familiares.
Dios les bendiga a todos.


+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt

Puerto Montt, 10 de Junio de 2010.