Por Francisco Reyes Castro, seremi de Gobierno Región de Los Lagos
Tenemos la convicción que la educación pública es la principal fuente de cohesión, de justicia y de movilidad social. Lo ha enfatizado la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, los parlamentarios de la Nueva Mayoría e incluso, en distintos momentos y distintas instancias, lo han planteado de alguna forma actores de la misma Oposición. En plasmar y materializar una Reforma Educacional hay sintonía y también muchas declaraciones que van en la línea de este proceso de transformaciones sociales que Chile requiere.
Pero este compromiso común no puede ser sólo marketing o eslogan; no basta con bonitas ideas. Necesitamos una Reforma Tributaria que nos permita contar con los recursos para invertir en las personas y enfrentar esta agobiante e injusta desigualdad.
Sólo puede haber crecimiento fuerte, sostenido y sustentable si contamos con una sociedad más equitativa que fortalece su capital humano, su educación pública.
Chile puede y debe avanzar en ese horizonte. Y hemos insistido en que la Reforma Tributaria busca establecer el principio de equidad tributaria para que los que tienen más, contribuyan más.
Pero tal como ocurrió a principios de los 90, cuando se discute de tributos, los más dogmáticos utilizan prejuicios que del terror pasan al temor, o viceversa. Y sorprende observarlo en esta región con prácticas -formas y fondos- de jóvenes políticos instruidos para replicar los resabios de la vieja política.
Está claro: no son precisamente los más humildes quienes están hoy generando las principales críticas o proyectando supuestos problemas en el mercado financiero. Cuando no se quiere avanzar, simplemente se busca cualquier excusa.
Ni detallar que de la elusión o evasión actual aproximada al 20% por ciento, los detractores de la reforma no dicen nada o muy poco. Precisamente, también se busca avanzar en esta materia, sobre todo al concluir que muchos no están tributando lo que deben tributar y otros están pagando mucho menos aprovechando vacíos legales.
Los países desarrollados, que invierten en capital humano, tenían hace 30 años en promedio una tasa tributaria mayor a la que hoy tiene Chile. Lo que se busca es “ponernos al día”, recaudando 3,02 del Producto Interno Bruto (PIB) en régimen para financiar instrumentos del Estado que favorezcan la construcción de justicia, equidad y cohesión a partir de la educación.
Es una reforma con importantes incentivos para que las empresas inviertan y sobre todo para las Pymes, protegiendo su desarrollo y apoyándolas en la generación de empleo.
Son estos los elementos del debate que esperamos se expresen, en lo técnico y en lo político, con prudencia. Las opiniones siempre son bienvenidas, de eso se trata, pero con información correcta y no panfletaria.
Hoy, las expectativas de los chilenos y chilenas respecto a estas transformaciones dicen más que algo: el 61% cree que al país le irá muy bien o bien bajo el liderazgo de la Presidenta Bachelet y un 62 por ciento considera muy probable que se sigan creando empleos. Por otro lado, un 57% cree que se mantendrá el crecimiento económico y un 54% piensa que se aprobará la Reforma Tributaria, estando de acuerdo con ella un 52% por ciento de la población.
Está claro que el inmovilismo es un gran riesgo para la estabilidad del país.
Y el Gobierno está muy abierto al diálogo político y social que se genera, pero con la firme convicción que este programa fue discutido y aprobado por la gente, la misma que hoy nos pide cumplir.
Hoy no hay excusa alguna para invertir en las personas.